El Papa Francisco en las Migraciones De la catástrofe humanitaria a la construcción de la esperanza

Escrito por Hna. Leticia Gutierrez, mscs.

 

Buenos días, agradezco al Departamento de Justicia y Solidaridad en especial a Monseñor Gustavo Rodríguez, la invitación que me ha hecho para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el Papa Francisco en el mundo de las migraciones.

Más que hacer un recuento de las palabras del Papa en torno a las personas migrantes, refugiadas y víctimas de trata; quiero centrar mi reflexión en la pedagogía del Papa como Pastor, Profeta y hombre de esperanza en el mundo de las migraciones. Tal vez viendo su escuela que propongo, pueda surgir una luz del cómo dar una respuesta pastoral desde la red CLAMOR que se quiere impulsar en este Seminario.

Nos han hablado del contexto de la migración en la región y en el mundo, somos testigos de que el siglo XXI, es el siglo de las migraciones, pero no de las migraciones por opción, sino de las migraciones forzadas, de las personas que huyen de la esclavitud de muchos faraones…(la guerra, los megaproyectos injustos de la iniciativa privada, los gobiernos corruptos-estafadores-ladrones, la presencia del crimen organizado como autoridad de facto en muchos lugares de nuestros países, la falta de políticas de verdadero desarrollo para la persona, su familia y comunidad, etc.).

Las migraciones hoy en día, son la expresión máxima y palpable de que el sistema político, económico, social y cultural, ha destituido al ser humano como eje rector y meta del mismo. La mercantilización o cosificación de la persona migrante, el temor de acogerle o tenderle la mano, ha llegado a niveles profundos que rayan en una geopolítica deshumanizante.

El Papa una voz en el desierto

En este caos, en esta oscuridad, el buen Dios mira la opresión de su pueblo y nos manda a un pastor, profeta y hombre de esperanza al Papa Francisco. Él a semajanza de Moisés, es testigo de la violencia que ejercen los diferentes faraones, de las cargas exageradas por las políticas migratorias que imponen los Estados para no responsabilizarse de los empobrecidos. Al Papa le toca ser testigo de la muerte cruenta de sus hermanos y hermanas. Ha bastado saberse en Roma y escuchar que ahí a unos kilometros de donde él está morían miles y miles de migrantes, no era en otro continente, era ahí en el patio de su casa en Lampedusa.

Las muertes de Lampedusa en 2013 , se suman a las de las grandes masacres de migrantes ocurridas en México 2010-2011-2012  , a los más de 20,000 migrantes centroamericanos secuestrados en un año en las rutas migratorias mexicanas en 2008- 2009 y los que siguen secuestrando en estos momentos en los que yo estoy hablando con ustedes; las muertes han continuado en los grandes naufragios del Mar Mediterráneo 2015 y de los miles de Refugiados Sirios ahogados en el 2016 ; el Papa en Lampeduza muestra que escucha el clamor de un pueblo migrante que está siendo asesinado en el mundo por perpetradores o por políticas que les exponen a la muerte. Su voz clama misericordia, clama acogida, clama esperanza y vida.

Veamos la palabra hecha pedagogía, desde Lampedusa hasta nuestros tiempos.

El Papa Francisco como Pastor

Los antecedentes trágicos de Lampeduza (al menos sólo del 2013 a la fecha se cuentan más de 5,000 personas ahogadas en éste cementerio acuifero), interpelan al Pastor, una pregunta de fondo es ¿qué ha pasado en todo este tiempo? ¿por qué tanta deshumanización?; sólo se explica que esto puede ser consecuencia que hemos llegado a la “globalización de la indiferencia”; no es posible que ante tanta muerte, nos hayamos convertido en espectadores, hayamos estado tan ciegos-as o ensimismados-as en nuestras cosas que no veíamos, que no escuchabamos, que no hablabamos, la indiferencia nos había quitado la capacidad de llorar o de tener el don de las lagrimas , de olvidar que ahí en los muertos, en los que naufragan, en los migrantes está mi hermano, mi hermana; está el mismo Jesús.

El Pastor, se conmueve; sale a buscar a su rebaño, va con el pueblo oprimido, violentado. El Papa se pone en camino. Su primer gesto no es mandar a otros, dar indicaciones a la distancia para que otros atiendan; NO, es él que va a los lugares de la muerte; Lampedusa, Italia, el campo de refugiados de Moria en Lesbos, y Ciudad Juárez, México.

El anonadamiento rije la actitud del pastor a semejanza de Jesús, la autoridad la manifiesta en cercanía, una característica que le ha acompañado en los diversos encuentros con personas migrantes y refugiadas en el mundo, estar con los que sufren, con las víctimas, atenderlos, acogerlos, orar con ellos, pedir que se abran los templos, las casas religiosas, las casas de familia, incide llamando la atención a las autoridades, a la comunidad internacional, a los hermanos y hermanas.

Es el signo de esperanza, el signo de vida que va e implanta en Lampedusa después de haber sido inquietado, él dice “mi pensamiento ha vuelto a esto continuamente come una espina en el corazón que causa sufrimiento”. La inquietud del dolor que los otros sufren, es una punzada que lo mueve “he sentido que debía venir aquí hoy a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita, no se repita, por favor” . En Lesbos dice: “hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma… esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra humanidad común.”

Para iluminar la red CLAMOR, desde la figura del Pastor, necesitamos incluir algunas actitudes que el Papa nos va dejando en Lampedusa: la escucha, ponernos en camino, estar con, acoger, ser voz que clama, involucrar, ser pastores y pastoras con una mirada local-global global-local.

Vayamos a la pedagogía del Papa como profeta.

El Papa Francisco como profeta

Conmoverse es un gesto importante; ponerse en camino y estar con, es necesario para tener evidencias; denunciar, anunciar y empezar a construir a partir del ser humano se vuelve urgente, para cambiar estos escenarios de violencia y muerte en escenarios de esperanza, de vida, de resurrección.

El Papa profeta actúa a tiempo y destiempo, todos los escenarios son propicios para ejercer su tarea apostólica, así que denuncia las causas y consecuencias que está ocasionando “la peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”; a los tomadores de decisiones en Naciones Unidas en 2015 les dice: “el mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado. Es tal la magnitud de estas situaciones y el grado de vidas inocentes que va cobrando que hemos de evitar…un nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las consciencias. En su visita a México en el Palacio Nacional le dice al Presidente y a los ahí presentes: dejen de buscar el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.

El Papa no sólo alguien que denuncia; su denuncia va acompañada de propuestas, claras, precisas, focalizadas al desarrollo integral del ser humano. En su vista a Naciones Unidas se estaba elaborando la agenda del 2030 para el Desarrollo Sostenible; el sin temor dice: “hagan todo lo posible a fin de que todos tengan la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia”. Les dice en concreto en qué consiste ese mínimo absoluto: “techo, trabajo y tierra; y libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos”. Pilares que tienen un fundamento común, que es el derecho a la vida y a la misma existencia de la naturaleza humana.

Las directrices que ofrece el Papa, desde la pedagogía de la esperanza son un imperativo que nosotros pastores y pastoras estamos llamados a buscar junto con la persona migrante hasta que llegue la dignificación del ser humano, la humanización de la migración y de sus políticas en ésta región del mundo y en el mundo entero.

A la red CLAMOR vista desde la pedagogía del Papa como profeta: le marca una directriz que permee a través de la incidencia, local, nacional, global. La Iglesia desde el actuar del Papa, debe participar con su voz en las agendas que rigen al mundo, con una perspectiva de la dignificación del ser humano, de la humanización de las políticas; nosotros pastores y pastoras estamos llamados a la Construcción de una nueva humanidad; es necesario revertir la conciencia adormecida con la que se están tomando las decisiones del mundo para volver a poner en el centro al ser humano y que partir de él se construya un nuevo orden del sistema económico, político, social, cultural y religioso.

El Papa como pastor, como profeta nos ha ido marcando caminos, ahora queremos ver como hombre de esperanza, por dónde puede guiarnos.

El Papa Francisco hombre de esperanza

Para encontrar al hombre de esperanza, regresemos a Lampedusa donde he iniciado la reflexión y desde donde la línea de luz, de paz, de vida marcan el pontificado del Papa Francisco en torno a las personas migrantes, refugiadas, victimas de trata y de otros delitos…el retorno implica focalizar los ejes que rijan nuestro ser y nuestro actuar, ante las muertes cruentas, él impone la vida, la esperanza a través de las preguntas clave: Adán, ¿dónde estás?…Caín, ¿dónde está tu hermano?

La respuesta requiere acciones que impliquen ocuparnos; reorientarnos, cuidarnos, custodiarnos para edificar la casa común donde la fraternidad esté marcada por “la sacralidad de cada vida humana, de cada hombre y cada mujer.

Nosotros queremos partir de éste seminario, con una red que quiere dar respuestas pastorales al CLAMOR del pueblo migrante en la región y en el mundo; lo primero que el Papa nos sugiere es: la conversión.

Hagamos un alto como Iglesia de América Latina partamos de la misericordia siempre entra en el mal para transformarlo. Reconstruir desde la empatía del dolor, desde la compasión y la misericordia, hará posible que nuevamente nos reconozcamos hermanos y hermanas.

La red CLAMOR, tendrá la tarea no sólo de poner en el centro de su ser y actuar a la persona en toda su integridad; el reto que representa a ésta red es hacer activo aquello que Aparecida nos invita y que el gesto que el Papa hace en Ciudad Juárez lo activa, el de ser una Iglesia sin fronteras. El Papa simboliza la unidad de la fe; ora frente a la cruz del migrante y en ambas fronteras está el pueblo de Dios; por más que el muro, la malla y las leyes les impidan salir o cruzar a los migrantes, su fe trasciende las barreras físicas para el encuentro con el Dios de la vida, de la misericordia, de la transfiguración.

El gesto unificador no se limita sólo en el orar, el reto está entonces, cómo acompañar desde una Iglesia sin Fronteras, como alargar la misión que trascienda, que traspase muros, que no necesite visas ni permisos porque la Iglesia se va pasando la estafeta.

Tendría mucho más que hablar, sin embargo quiero concluir con un pequeño ejemplo de que estos gestos unificadores ya los estamos haciendo, pero como hemos dicho en otras ocasiones de manera dispersa, son poco conocidos, etc.

Para quienes no lo sepan, en México hay como 100 espacios que acompañamos a los hermanos y hermanas migrantes, son Casas del Migrante, Albergues, Comedores, Centros de Atención Integral; casi el 90% de estos espacios son dirigidos por la iglesia católica y el resto por la iglesia evangélica; para todas estas Obras Pastorales, trabajar en red, en comunión y en comunicación se ha vuelto un imperativo; pero sobre todo ir buscando lazos a nivel regional se ha vuelto una necesidad.

Para acompañar a estos hermanos caídos en la guerra; inmediatamente buscamos la mano fraterna de las pastorales ya sea del sur o del norte; hay un migrante enfermo, inmediatamente buscamos a los referentes de sus países para buscar a sus familiares, no descansamos hasta que les buscamos, nos pedimos ayuda, apoyo….traigo a la mente hace unos dos meses, la hermana Lidia Mara de Honduras me llamaba para encargarme localizar a un migrante hospitalizado en Hermosillo; el contacto con las Casas del Migrante que están en Alta y en Nogales, Sonora; nos permitieron inmediatamente localizar al migrante enfermo y pedir a un agente de pastoral que se hiciera cargo para ver qué se podía hacer. El migrante requería una cirugía de columna; se requería la presencia de un familiar; la madre estaba en una comunidad rural de aquí de Honduras, ¿qué hacer? en una hora aproximadamente habíamos localizado ya al migrante enfermo, nos dimos cuenta que requería la presencia de un familiar; inmediatamente se empezó a ver cómo apoyar a la familia…se requerían documentos migratorios, se requería buscar para su traslado, se necesitaba un lugar para que la familia se hospedara cuando llegara y sobre todo se requería una red de apoyo que pudiera fortalecer a la madre una vez que estuviera cuidando al hijo en el hospital….todo eso fue realizado gracias al trabajo pastoral desde una Iglesia sin Fronteras.

Para concluir, traigo nuevamente simbolismo de la unidad de los dos pueblos es también la manifestación de vida en el desierto, el pueblo migrante ha caminado por el desierto llamado México, llamado Lampedusa, llamado Lesbos, ha recorrido un camino de injusticias, esclavitud, secuestro, extorsión, tráfico humano y trata de personas, en medio tanta hostilidad, de tanta aspereza, el pueblo caminante, errante, migrante ha encontrado, gestos de amor y misericordia de hombres y mujeres de buena voluntad que en el camino se han convertido en luz en el sendero y anuncio de salvación. Estos hombres y mujeres del camino, con sus vidas son profetas de misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de la Iglesia que abre sus brazos y sostiene.

Creo que CLAMOR tiene ya un itinerario por dónde puede iniciar y hasta dónde puede llegar.