Mi tarea es presentar brevemente las causas de las migraciones actuales en el Continente americano. El enfoque de fondo de esta exposición es desde el punto de vista de la acción pastoral de la Iglesia. No pretende ser uno estudio exhaustivo de la problemática migratoria, sino un acercamiento que permita una motivación en la búsqueda de soluciones pastorales.
Tampa, febrero 13, 2001
Mons. Jacyr Francisco Braido, cs
Obispo de Santos
Responsable por el SEPMOV
Introducción
Mi tarea es presentar brevemente las causas de las migraciones actuales en el Continente americano. El enfoque de fondo de esta exposición es desde el punto de vista de la acción pastoral de la Iglesia. No pretende ser uno estudio exhaustivo de la problemática migratoria, sino un acercamiento que permita una motivación en la búsqueda de soluciones pastorales.
Mirando la historia, aparece evidente que la Iglesia siempre ha dado especial atención a los que viven en diáspora, sea porque presentan necesidades particulares y necesitan de ayuda, sea porque llevan consigo las verdades de la fe cristiana y por lo tanto son semillas vivas de la propia Iglesia, así como son una imagen viva de la Iglesia, ella misma peregrina nel mundo hacia la Patria definitiva. Para la Iglesia el ser humano, hombre y mujer, es el camino que ella recorre como especialista, madre y maestra.
El CELAM nace en contexto de migraciones
Mi tarea es exponer las causas de la emigración desde la perspectiva del CELAM. Pues, desde su creación, El CELAM fue solicitado a pensar a la gente que vive fuera de su patria. Muy rápidamente vamos a considerar lo que han dicho las grandes conferencias del CELAM sobre las migraciones y, por consecuencia, sobre las causas de la emigración.
Esto nos permitirá percebir como las causas de la emigración se manifiestan a lo largo de los tiempos:
- Conferencia de Rio de Janeiro – 1955. Luego de la Encíclica Exsul Familia (1952), del Papa Pío XII, cuando migrava mucha gente desde Europa hacia las Américas (la emigración masiva del pos II guerra mundial, una como que continuación de las grandes inmigraciones europeas del siglo XXIX), la primera conferencia de los Obispos de América Latina se hizo muy sensible al fenómeno de la inmigración. Los Obispos han dedicado todo el Título X de las Conclusiones (No. 90 al 96) a la Inmigración y Gentes de Mar. La causa de la emigración era la pobreza, resultado de la Guerra y por eso los Obispos piden: “Corresponde a los Países latinoamericanos, como un deber de caridad cristiana, de justicia social y de solidaridad humana, abrir sus puertas a la inmigración” (no. 90). “Se debe intensificar la asistencia social al inmigrante, por medio de Secretariados de colocación, servicio social, asistencia jurídica y médica, orientación profesional y de acomodación al ambiente, etc.” (No. 92). Son descritas actividades propias de atención a una imigración masiva y de gente necesitada.
- Conferencia de Medellín – 1968. Era Papa Paulo VI. La problemática de la inmigración en masa desde Europa ya había disminuido y por lo tanto la preocupación pastoral por los inmigrantes no era el punto fuerte. Pero, la segunda gran Conferencia de los Obispos latinoamericanos hace notar: “Se ha iniciado un éxodo de profesionales y técnicos a países más desarrollados”, en el No. 1 de Promoción Social – Justicia, además de recordar la necesidad de dar atención especial a los estudiantes en el extranjero (Cf. Pastoral de las Elites No. 18c). Se hace sentir un nuevo sentido de emigración a partir de los países de America Latina y sus causas sugeridas son: busqueda de trabajo y de mejores condiciones de vida y de estudio, así como intercambio de profesionales.
- Conferencia de Puebla de los Ángeles –1979. Era Papa Juan Pablo II. La gran problemática que afronta Puebla es la creciente e inhumana pobreza en el continente: “Comprobamos, pues, como el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc.” (DP 29). Estas migraciones causan problemas a la familia: “En estos sectores populares, la crónica y generalizada situación de desempleo afecta la estabilidad familiar, ya que la necesidad de trabajo obliga a la emigración, al ausentismo de los padres, a la dispersión de los hijos (DP 576).
- Conferencia de Santo Domingo –1992. En el capítulo segundo del Documento de Santo Domingo, – La Promoción Humana, 2.2.6 La movilidad humana – son dedicados a la Pastoral cuatro números (186 – 189). Transcribimos solo lo que nos interesa más de cerca:”Hay, en los últimos años, un fuerte incremento de la migración hacia los dos grandes países en el Norte, y también – aunque en menor grado – hacia otros países latinoamericanos más ricos. En los países con especiales problemas de migración por causas socio-económicas existe por lo general ausencia de medidas sociales para detenerlas; y en los países receptores, una tendencia a impedir su ingreso. Esto trae graves consecuencias de desintegración familiar y desangre de fuerzas productivas en nuestros pueblos, junto con desarraigo, inseguridad, discriminación, explotación y degradación moral y religiosa en los mismos migrantes” (n. 187). La causa de las emigraciones es la pobreza. Hay ausencia de medidas sociales para detenerlas. Al mismo tiempo, es indicada una tendencia política: impedir el ingreso de los migrantes. Son destacadas también las duras consecuencias de la emigración.
- Otro documento al que podemos echar una mirada es la Exhortación Iglesia in América que retracta las preocupaciones pastorales de los Obispos de América confirmadas por la autoridad del Papa Juan Pablo II. En el No. 65 hablando de la problemática de los inmigrados, aún no hablando de las causas, exhorta la “Iglesia en América a ser abogada vigilante que proteja, contra todas las restricciones injustas, el derecho natural de cada persona a moverse libremente dentro de su propia nación y de una nación a otra”… Es necesaria una actitud hospitalaria y acogedora, que los aliente a integrarse en la vida eclesial, salvaguardando siempre su libertad y su peculiar identidad cultural“[1].
Es cierto que el movimiento humano de la migración es para la pastoral de la Iglesia un desafío muy grande, inclusive pastoralmente. Nuestras estructuras parroquiales, por ejemplo, no nos ayudan a ver esta gente que llega y que se va. Hay que pensar a una reforma de las parroquias y caminar hacia una pastoral urbana. Nuestros ojos de pastores deben mirar mas lejos para ver la gente que sufre, que no tiene posibilidades de vida, de empleo, y los que están expuestos a la ganancia de los que trafican gente.
En estos pocos minutos que tengo, deseo compartir con ustedes algunas reflexiones que me parecen importantes en el momento histórico que estamos viviendo. Espero, sean de ayuda a nuestros propósitos de crecer juntos como Iglesia en América, principalmente despues de lo que tratamos en Vancouver, el año pasado, y del “ENCUENTRO 2000” de Los Angeles, realizado por la Conferencia Episcopal Norte Americana: “Many faces in God’s House”.
I – POR QUE MIGRAN LAS PERSONAS? UNA VISIÓN GENERAL
En general, se puede afirmar que las personas migran por causas y/o aspectos muy diferenciados: sean antropológicas, históricas, políticas, económicas, sociales y naturales.
1. La vocación a emigrar – aspecto antropológico
El primer y más amplio es el aspecto antropológico de la migración. De echo, el hombre y la mujer son creados para ocupar el espacio necesario para encontrar los recursos necesarios para vivir, para la satisfacción de sus necesidades personales y de su familia. Eso es fruto del mandato inicial de Dios creador de dominar la tierra y cuanto contiene.
Conscientes de su dignidad de hijos e hijas de Dios, el hombre y la mujer ansían salir de su situación de precariedad movidos por una fuerza más grande, la vocación a la vida plena, de alegría, paz y prosperidad. El derecho de ir y venir dentro o fuera de su país es reconocido por la Doctrina Social de la Iglesia.
Cuando el ser humano deja de buscar mejores condiciones de vida, ya ha dejado de ser humano. Y eso podemos leer en la historia de los emigrantes que mueren en la travesía hacia el país de destinación y en la persistencia de los demás en proseguir el camino. No hay barrieras capaces de impedir la ola de emigrantes en búsqueda de mejores oportunidades de vida y desarrollo personal y social.
Además de la subsistencia, el hombre busca crear y conservar sus valores y costumbres, es decir, su cultura, su modo de concibir la vida. Este es también su espacio vital, que le confere identidad y, por eso, mismo en estado de migración, tiende a proteger su cultura, y sufre quando deve cambiar culturalmente. Peró tiene capacidad y fortaleza para establecer nuevos parametros comportamentales en su lucha por una vida mejor.
Es tarea de los que estamos llamados a dar una correcta lectura de la historia de la humanidad saber si el mundo actual camina bajo la sombra de la torre de Babel o el fuego avivador de Pentecostés.
Migrantes hacia el Infinito – una visión teológica
Más radicalmente, se puede dicir que, creados por Dios a su imagen y semejanza (Cfr. Gn 1,27), el hombre y la mujer, animados por el hálito de su espíritu, siguen caminando para su ralización personal, familiar y social. En última análisis, porque criación de Dios, caminan buscándolo incansablemente para lograr la plenitud que solo Él puede proporcionar. Nadie y nada puede satisfacer el corazón humano, sino el mismo Dios. Pero los hombres en su lucha por la felicidad buscan en el aquí y ahora del tiempo esta satisfacción que las cosas jamás les podrán donar. Estan en continuo estado de movilidad. Con certeza, no tienem consciencia del sentido último de su peregrinar – sentido que llamaríamos teológico – pero este está implícitamente presente y la Iglesia lo sabe leer, como lo hizo siempre en su história acompañando los desplazamientos humanos, y como transpareció magnificamente en el ENCUENTRO 2000, en Los Angeles, en julio del año pasado. Además, la Iglesia tiene plena conciencia del peregrinar de todo hombre hasta la patria definitiva, mismo porque la Biblia mantiene viva la memoria del éxodo del pueblo de Dios.
2. La historia humana, una historia de migraciónes – Aspecto histórico de la emigración
La história humana puede ser vista como una história de migraciones y desplazamiento de pueblos. El Profesor Lelio Mármora, en la introducción a su libro Las Políticas de Migraciones Internacionales, nos regala un “flash” sobre la historia de los movimientos migratorios:
“Los egipcios establecieron migraciones forzadas como reserva de mano de obra para sus obras faraónicas; los griegos y romanos trasladaban poblaciones para ocupar territorialmente sus colonias; los chinos promovieron masivas migraciones rurales hacia regiones agrícolas a poblar; los árabes acompañaron su expansión con movimientos migratorios de esclavos; los gobiernos europeos retenían selectivamente a su población durante la primera época de la colonización de América, para promover luego colonias de asentamiento y movilizar grandes masas de indígenas y de esclavos africanos como fuerza de trabajo; los turcos implementaron, dentro de su imperio, una permanente migración selectiva para sus centros administrativos; las jóvenes repúblicas americanas promovieron, unánimemente, las grandes inmigraciones del siglo XIX; y, en el siglo XX, algunos Estados restringieron la salida de sus nacionales como parte de sus políticas, mientras que otros promovieron migraciones temporales frente a la demanda laboral insatisfecha, o bien aplicaron restrictivas políticas de entrada a sus espacios nacionales”[2].
El fenómeno migratorio siempre estuvo presente en la Historia. La Iglesia como Madre y Maestra ha acompañado siempre la odisea humana en cuanto fenómeno de la movilidad. De echo, “el Continente americano ha conocido en su historia muchos movimientos de inmigración, que llevaron multitud de hombres y mujeres a las diversas regiones con la esperanza de un futuro mejor” (Iglesia in América, 65). Esta constatación nos lleva a tratar el fenómeno migratorio con naturalidad pues hace parte ya de nuestro modo de vivir.
II – POR QUE MIGRAN LAS PERSONAS HOY DIA? LAS CAUSAS MÁS IMEDIATAS
LOS FACTORES DE EMIGRACIÓN
Los factores determinantes de la migración son tanto de expulsión como de atracción. Veamos algunos factores de expulsión:
1. La inestabilidad social y política
En la historia de las migraciones constatamos que en los últimos cincuenta años se han dado cambios revolucionarios en nuestro continente. Hasta los años ’50 (y en algunos casos hasta los ’70) muchos países de América Latina fueron meta de fuertes inmigraciones: Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela atrajeron a millones de europeos y asiáticos. Luego vinieron las superación de la emergencia post-bélica de Europa, la crisis petrolera y la llegada de las dictaduras de derecha en el sur o las revoluciones de izquierda en el centro de América. Debido a esas circunstancias, América Latina ya no era polo de atracción para emigrantes.
Hoy se sigue viviendo un clima de inestabilidad política y social, que ocasiona dos tipos de migraciones. Una de tipo masivo, como son el caso de la migración interna en Brasil o de los desplazados internos de Colombia que, bajo la amenaza de los alzados en armas y por vivir en zonas de conflicto, se ven obligados a marcharse del campo a las grandes ciudades en grupos de hasta 3.000 personas a la vez. La otra de tipo “cuentagotas” de personas que por temor a secuestros, extorsiones o falta de oportunidades de trabajo se alejan de su país bajo el disfraz de turista para nunca más volver. Algunos casos: Colombia[3] frente a la incertidumbre política y crisis económica; México, Perú y Venezuela con los recientes cambios de gobierno y enfoques sociales y económicos. Es relevante el caso de Venezuela que ha pasado de ser un país de inmigración a país de alta emigración y, junto con Colombia, es, hoy en día, el país con más elevada “fuga de cerebros” del continente.
2. La pobreza crónica en muchos países
Nuestros países de América Latina, con raras excepciones, tienen una historia de pobreza y miseria. Con el pasar del tiempo muchas cosas han cambiado pero la proporción de pobreza sigue aumentando. El Profesor Lelio Mármora nos da unas pistas para la comprensión del caso:
Profundos cambios se produjeron en las sociedades para se posesionaren en esta nueva dinámica de la economía. Ajustes estructurales para disminuir los déficit fiscales, y la búsqueda de mayor productividad, incorporando eficiencia organizacional y tecnología, se han transformado en las metodologías básicas para lograr una mayor competitividad en estos mercados ampliados. Ambos procesos han provocado importantes modificaciones en los mercados de trabajo, incrementando los índices de desocupación, o reduciendo los salarios reales de considerables sectores de las sociedades.
En el caso de los países en desarrollo, este efecto se potencia a su vez por la incapacidad estructural para generar empleos. Incapacidad derivada en gran parte de la poca disponibilidad de recursos para inversiones productivas, los cuales se ven disminuidos tanto por el efecto de las trasferencias de capital que implican los pagos de las abultadas deudas externas, como por el permanente deterioro de los términos del intercambio de bienes. Es la profundización de la brecha entre pobreza y riqueza un excelente promotor de migraciones de masa[4].
“Muchos países no han podido crear suficientes empleos para muchos jóvenes que llegan a edad laboral. A estas presiones en los mercados de trabajo se añaden las mayores expectativas que se adquieren en base a los aumentos en los niveles educativos y un mejor conocimiento acerca de las condiciones de vida en otras partes del mundo. Las mejoras en los medios de comunicación y trasporte, señales evidentes del desarrollo, también explican la intensificación de la emigración, ya que reducen sus costos monetarios y psíquicos” (Sergio Díaz Briquets, El Éxodo de los pueblos, CELAM, 1994).
Las “maquilas” o zonas francas, la monocultura, el latifundio, la deuda externa y interna, las leyes del mercado, el difícil acceso a la educación y el bajo salario a que los trabajadores están sujetos, poco a poco están quitando todas las posibilidades de una disminución del fenómeno migratorio en el mundo y de modo especial en América Latina. Todo eso mantiene siempre encendida la esperanza de emigrar, de decir no a todo lo que no es vida.
En este aspecto podríamos, citar el caso de Bolivia (en 1992, tenía en el extranjero 59.807 ciudadanos), Paraguay (en 1992, tenía 187.372 ciudadanos emigrados), mientras que los emigrados de Nicaragua en 1995 eran 26.043 y los de Honduras (en 1988) eran 34.387. De otros países “pobres”, como Haití, no se conoce dados estadísticos oficiales. Lo que es cierto es que, desde el momento de los Censos oficiales citados hasta hoy, estos números han crecido considerablemente y a ellos hay que agregar (multiplicando por 2 o hasta 3) el número de los indocumentados.
3. FACTORES DE ATRACCIÓN O DE INFLUENCIA SOBRE LAS MIGRACIONES
Hay también los factores de atracción y/o de influencia sobre las migraciones: la diferencia salarial, la globalización y la propaganda, la violencia, el trafico de personas y las calamidades .
3.1. Los diferenciales de salario
Un factor importante de atracción en las migraciones de trabajadores son los diferenciales saláriales, que muchas veces son el doble o más, alcanzando algunas veces al diez por uno. Factores de expulsión son la pobreza producida por las grandes diferencias en la distribución del ingreso y el negado acceso a la tierra (falta de reforma agraria y de un política agrícola favorable). Influye también el reclutamiento formal o informal de trabajadores. Una vez creado un flujo de migración hasta determinado país, se engendra una red social de parientes y amigos que pueden costear la trasportación, ayudar a los recién llegados a buscar empleo, proveer alojamiento y sustento inicial y ofrecer un ambiente social familiar.
3.2. La globalización
Tenemos hoy gran facilidad de comunicarnos con cualquier parte del mundo, de tomar conocimiento inmediato de todo lo que acontece en otras latitudes, de comprar mercancía fabricada en cualquier país con “todo incluido” y sintiéndose en casa, conlleva también la posibilidad de enterarse da las posibles fuentes de trabajo o de estudio, conocer los macroproyectos de construcción o desarrollo industrial.
El mundo virtual es accesible a cualquiera, el mercado es abierto a todos. En este mundo sin fronteras, vemos incrustada una gran llaga: el dinero, las mercancías, las ideas, las necesidades, el conocimiento no conocen fronteras, pero la persona humana sí. Los países desarrollados, o ricos, cierran sus puertas a los inmigrantes pero no a las ganancias que les vienen de la deuda externa y de sus fábricas. Nos viene la tentación de decir que el fuerte de la globalización está en centralizar la riqueza y diseminar la pobreza.
La redistribución espacial de las actividades económicas, la mayor movilidad del capital productivo y de la tecnología, y la reducción de los costos internacionales de transacción, están afectando la redistribución internacional de las oportunidades económicas y por esa vía, la dinámica de los comportamientos migratorios. Sin embargo, es evidente que las migraciones internacionales no responden solamente a la distribución de las oportunidades económicas y a los niveles de desarrollo entre regiones de origen y destino. También se ven afectadas por procesos y coyunturas de naturaleza política y social, vinculados a los derechos y garantías de las personas que, en su conjunto configuran las reglas de juego de la democracia y de los derechos humanos proyectados en ámbito internacional.
Las reglas de juego de los mercados mundiales, incluyen las normas de los mercados abiertos y del libre desplazamiento internacional de los factores productivos, con excepción de las migraciones internacionales.
En una lógica puramente mercadista, ambas tendencias de la globalización económica deberían reducir las oportunidades económicas de los migrantes del sur en los lugares de destino del norte y, por esa vía, debilitar los flujos sur-norte. Sin embargo, las diferencias objetivas en los niveles de vida, por un lado, y en las aspiraciones subjetivas de los migrantes en los lugares de origen, por el otro, son tan intensas que los flujos migratorios no se reducen y afectan las condiciones sociales y políticas de los lugares de destino[5].
Como vemos, la globalización, en el sentido financiero (o el neoliberalismo) ha provocado un empeoramiento de las condiciones en que acontecen las migraciones, además de haber hecho crecer desmesuradamente la brecha entre los países desarrollados y los que están en desarrollo.
La globalización concentra cada vez más en manos de pocos el poder, la riqueza, el conocimiento, creando dependencia y pobreza en grandes partes del planeta. Pero nada es capaz de impedir que las gentes busquen, a cualquier costo, más posibilidades de vida, de libertad, de paz, de realización personal y familiar en los países más desarrollados.
3.3. La propaganda de los países desarrollados
Por internet, televisión, películas, noticieros y el turismo, las maravillas del mundo desarrollado o en vías de desarrollo llegan a todas partes, hasta al más pobre de los tugurios. Esto, poco a poco, va creando necesidades hasta entonces desconocidas, sumando a las condiciones precarias de trabajo, remuneración y oportunidades, hace que el hombre y la mujer vayan almacenando fuerzas para emprender la búsqueda, para si y su familia, de este mundo deslumbrante que se les hacen ver y conocer por los medios.
La globalización incluyó también la cultura que acompaña al “nuevo orden” a través de la multiplicación de las comunicaciones que han achicado al mundo. El conocimiento al que cualquier persona puede acceder sobre las realidades existentes en otras partes del mundo.
El migrante tiene hoy, todos los días, la posibilidad de saber lo que pasa en el resto del mundo y de saborear, a través de una pantalla ubicada en su casa, las delicias existentes en otras sociedades, y de las que él está privado en la suya[6].
No hay fuerzas represivas capaces de impedir que los emigrantes continúen llegando en donde saben que pueden encontrar mejores condiciones de vida para si y su familia. Si el compartir no se hace a través de una política humanizada, ni de una economía solidaria, entonces el ser humano tiene el derecho de buscarla donde ella se encuentra. Aquí se podría cuestionar el valor de la soberanía territorial del país sobre la soberanía del derecho humano a la supervivencia y a una vida digna.
La búsqueda de estos derechos hace que el precio que los emigrantes pagan, sobre todo por los caminos de la clandestinidad, muchas veces sea muy alto: su propia vida.
3.4. Guerra, represión, violencia y desplazamientos
Un gran número de personas se ven desarraigadas forzosamente de su propio medio sin salir de las fronteras nacionales. En efecto, a causa de revoluciones y contrarrevoluciones, la población civil se encuentra a menudo bajo el fuego cruzado de las fuerzas de la guerrilla y de aquellas de los gobiernos, que luchan por razones ideológicas o por la posesión de la tierra y de los recursos naturales[7].
En América Latina, Colombia ocupa el primer lugar en expulsión por la violencia en el campo (calcúlase más de un millón de desplazados). Y a los emigrantes se les niegan el estatus de refugiados, como lo pasó, hace poco, en Panamá. Perú también entraría en este bloco por su, todavía, delicada situación política (se habla de 2 millones de peruanos fuera de Perú de los cuales 75% en situación de indocumentado).
3.5. Una nueva preocupación: el Tráfico de Personas
El tráfico de personas, más que una causa de emigración es una consecuencia. Pero cero que vale la pena llamar la atención sobre este hecho alarmante y humillante que acompaña el fenómeno de la movilidad humana.
Después de la abolición de la esclavitud vinieron los años de las grandes migraciones organizadas y contratadas por agencias autorizadas o por los mismos gobiernos. Hoy, debido a muchas restricciones legales para la libre circulación de las personas, se ha generalizado el negocio que trafica con los emigrantes.
Podemos clasificar este fenómeno, que está asumiendo proporciones cada día más alarmantes, en dos grupos: “la trata de blancas” y el tráfico momentáneo con personas.
Según la opinión de la Organización Intergubernamental de Migraciones (OIM) y de la Fundación Esperanza (las dos con sede en Bogotá) en el aspecto de trata de blancas (venta de mujeres y niños para prostitución o servicios forzados) se sobresalen Colombia y, fuera de América, la República China y los países del este europeo.
El tráfico de personas migrantes y su introducción clandestina en países desarrollados se han convertido en un negocio mundial que genera enormes beneficios económicos para los traficantes y para los sindicatos del crimen organizado. Un reciente estudio de la OIM reveló que en el momento hay entre 15 a 30 millones de migrantes irregulares en todo el mundo. De este total, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos estima que anualmente 700.000 mujeres y niños son objeto de tráfico a través de las fronteras.
En razón de su carácter clandestino, la migración irregular y el tráfico de personas seguirán siendo crímenes de los que se sabe poco. Se dispone de estadísticas fidedignas sobre las detenciones de migrantes sin autorización en las fronteras y sobre los arrestos de traficantes. Pero las cifras representan únicamente una pequeña fracción del problema global.
NÚMERO DE DETENCIONES EN LA FRONTERA SUROESTE
Entre México y U.S.A.
Año Fiscal |
California |
Arizona |
Texas |
TOTAL |
1994 |
477,806 |
160,684 |
340,611 |
979,101 |
1995 |
561,548 |
248,423 |
461,419 |
1,271,390 |
1996 |
550,688 |
331,658 |
622,674 |
1,505,020 |
1997 |
430,099 |
302,574 |
636,034 |
1,368,707 |
1998 |
472,672 |
463,601 |
578,292 |
1,514,565 |
1999 |
407,538 |
563,835 |
565,574 |
1,536,947 |
2000 |
389,807 |
725,093 |
528,779 |
1,643,679 |
Estas cifras fueron proporcionadas por la Patrulla Fronteriza[8].
La necesidad de emigrar expone a los migrantes a la explotación y a la violación de sus derechos humanos fundamentales. A menudo, los migrantes objeto de tráfico dependen de sus agentes y empleadores y, por eso, son sumamente vulnerables, queda dependiendo de las organizaciones criminales que los persiguen, les quitan los pasaporte y los obligan a someterse a sus condiciones.
Debido a que tienen que rembolsar su deuda a los traficantes, los migrantes con frecuencia se hallan atrapados en talleres, fábricas, o se ven obligados a prostituirse o a mendigar, generalmente bajo control de redes criminales. Además, los que carecen de documentos de viaje válidos son considerados fundamentalmente como migrantes irregulares y por ello, están sujetos a la deportación en muchos países. En razón de su condición irregular, no tienen acceso a asistencia jurídica ni a atención médica.
En diversas partes del mundo se han restringido las posibilidades de emigrar legalmente a pesar de que la demanda de mano de obra extranjera se ha mantenido constante. Ello, junto con la pobreza, la falta de oportunidades, la violencia política y social en los países de origen, puede obligar a los migrantes potenciales a recurrir a las redes del crimen. Por tanto, constantemente se están estableciendo nuevos itinerarios para el tráfico, mientras que en todo el mundo se ha desarrollado un mercado para la falsificación de documentos de viaje y para el transporte y cruce clandestino de frontera.
Los profesionales del tráfico de personas trabajan intensamente en Perú (actualmente cuenta con 2 millones de emigrantes), Ecuador (en 1999 tenía 1.200.000 de emigrantes sin contar los 2 millones de emigrantes indocumentados), Colombia (emisión de 500 pasaportes diarios, 800.000 emigrados en los últimos 4 años), Nicaragua (500.000 de emigrantes) Honduras (650.000 de emigrantes), Guatemala, República Dominicana (un millón de emigrados y 75 mil mujeres traficadas para trabajo sexual) y más que todo en México.
Es de notar que, para proteger a los inmigrantes clandestinos que tratan de pasar la frontera sur de México, ha surgido el “Grupo Beta”, cuya misión es alertar a los inmigrantes sobre los peligros que los rodean y defenderlos de los delincuentes que los van asaltando por el camino.
3.6. Las calamidades también causan emigración
Los fenómenos naturales como la sequía del nordeste brasileño, los huracanes de Centro América, las inundaciones en tiempos de lluvia en tantos de nuestros países latinoamericanos, los terremotos y erupción volcánica, crean escasez de recursos para el desarrollo humano que a su vez provocan movimientos de poblaciones de mayor o menor intensidad[9].
Un ejemplo que nos hace reflexionar profundamente es el caso de Honduras que en 1998 soportó durante ocho días el devastador huracán Mitch. En el ámbito humano se suponen la pérdida de 5.273 vidas, 11.085 desaparecidos y 1.932.482 damnificados. Se calcula una pérdida económica cerca de US$5.000 millones, lo que afectó fuertemente la economía hondureña y por ende provocará mayores índices de población migrante hacia el extranjero. A este caso se añade ahora el devastador terremoto de El Salvador, cuyas consecuencias son todavía difíciles de calcular. Habrá que esperar unos años para saber cuántos hondureños y salvadoreños se quedarán por fuera de sus anteriores lugares de residencia.
III. ACTUALES POLÍTICAS DE MIGRACIÓN EN AMÉRICA
Es propio de las políticas de los gobiernos crear o modificar las leyes, según las exigencias y necesidades de sus ciudadanos. Es por eso que en ocasiones facilitan y en otras restringen los flujos migratorios, sea de entrada como de salida de sus países. Últimamente estamos constatando, no solo a nivel americano, sino a nivel mundial, que las diferentes legislaciones tienden a limitar cada vez más el derecho del trabajador migratorio a permanecer fuera de su país de origen. Hoy es relativamente fácil “ir y venir” de un país a otro; difícil o hasta imposible “quedarse”.
El MERCOSUR, al Pacto Andino, el NAFTA y otros convenios bilaterales o multilaterales – en general, la moderna economía globalizada – abren las fronteras para el Capital, pero al mismo tiempo crean leyes restrictivas a la circulación de los trabajadores migrantes
En otros casos se verifica una política migratoria muchas veces no explícita, la cual impide una verdadera integración. Son ejemplo de ello el cobro elevado de impuestos y multas para los que empiezan el proceso de reglamentación migratoria. En otros casos, aumenta la persecución a los extranjeros indocumentados o se les niega la renovación del permiso de trabajo ya que son tenidos muchas veces como “chivos expiatorios” de la crisis. En el movimiento pendular entre apertura y cierre de las fronteras actualmente prevalece el segundo. No obstante el mercado económico común, tan querido y festejado, los países cierran sus fronteras y construyen “muros”, al mismo tiempo visibles e invisibles, legalmente insuperables. Explicitemos más la cuestión.
El capital financiero e globalizado no conoce fronteras. Circula libremente entre los países y continentes. Capital “golondrina, “volátil”, “virtual”, como es llamado, recorre el mundo en cuestión de segundos. Los migrantes, por su vez, encuentran leyes cada vez más rígidas para su circulación. Se levantan muros y se dificulta el derecho de ir y venir. A pesar de eso, el fenómeno de las migraciones adquirió en las últimas décadas un carácter planetario, se hizo más intenso, plural y complejo. Las migraciones son olas visibles de transformaciones subterráneas. Son como un termómetro que, al mismo tiempo, revela y esconde profundos cambios en el orden económico, político, social y cultural. La geopolítica global del planeta se modifica.
Al mismo tiempo, las fronteras se abren y se cierran; se abren, cuando hay necesidad de mano de obra fácil y barata; se cierran, cuando se trata de extender los derechos laborales a los extranjeros. En el primer caso, se incentiva veladamente la inmigración; en el segundo, impera la situación de clandestinidad. De forma paradojal, los migrantes son simultáneamente aceptados y rechazados. Aceptados, para los peores trabajos, generalmente poco remunerados, acaban siendo rechazados como trabajadores legales.
Esta política migratoria restrictiva tiene en sus espaldas un orden económico que no tiene el hombre como su centro y inspiración. El Arzobispo de San Salvador, Mons. Saenz, dice recientemente que “en la Iglesia hemos hecho algo, le pedimos a la gente que viva con el evangelio porque cada cual es responsable de su sociedad… Lo que falta es que se busque un nuevo orden económico donde el trabajo sea un derecho y un deber. Esto pasa por políticas de generación de empleos que no debería ser una utopía. La Iglesia es independiente de los poderes políticos y públicos. La Iglesia sólo se debe a Jesús, a su evangelio y a sus implicaciones sociales“[10].
La Iglesia propone una política económica y social donde el hombre y sus necesidades vitales estén garantizadas por la ley y la ética, primeramente en sus países de origen y/o en el proceso migratorio.
CONCLUSIÓN
Considero importantes algunos puntos para la discusión de las líneas de acción de la Iglesia en América. El primer se refiere al Documento Iglesia en América sobre los migrantes ya existentes; el segundo, es una invitación a mirar, sobretodo en nivel latinoamericano, en la próxima Conferencia del Episcopado a las migraciones en todos los niveles y aspectos; y el tercer, dice respecto a lo que el Santo Padre, Juan Pablo II llama “Globalización de la Solidariedad”, quizás el mejor modo para hacer con que las migraciones no existan o sean realmente libres.
1. En relación a los migrantes existentes
El documento “Ecclesia in America” presenta esta orientación: “Con respecto a los inmigrantes, es necesaria una actitud hospitalaria y acogedora, que los aliente a integrarse en al vida eclesial, salvaguardando siempre su libertad y su peculiar identidad cultural. A este fin es muy importante la colaboración entre las diócesis de las que proceden y aquellas en las que son acogidos, también mediante estructuras pastorales previstas en la legislación y en la praxis de la Iglesia. Se puede asegurar así la atención pastoral más adecuada posible y integral. La Iglesia en América debe estar impulsada por la constante solicitud de que no falte una eficaz evangelización a los que han llegado recientemente y no conocen todavía a Cristo. …(La Iglesia se esfuerza) para suscitar, al mismo tiempo, una actitud de acogida por parte de las poblaciones locales, convencida de que la mutua apertura será un enriquecimiento para todos” (n. 65).
Se pide también que las comunidades locales vivan el valor evangélico de la fraternidad; que la Iglesia proteja contra todas las restricciones injustas, el derecho natural de cada persona a moverse libremente dentro de su propia nación y de una nación a otra; hay que hacer esto mismo en los casos de inmigraciones no legales.
2. Pensar la migración en todos sus niveles
Es necesario también pensar en los movimientos migratorios en todos sus niveles, además del gran flujo sur-norte presente en Estados Unidos y Canadá, originario de todos los otros países del continente.
Los causantes de las migraciones internas son responsables por la desolación del campo y el incremento incontrolable de los cinturones de miseria en las ciudades medianas y metrópolis.
Siguen necesitando atención las emigraciones fronterizas y de países vecinos, especialmente entre Perú y Chile, Brasil y Paraguay, Ecuador y Colombia, Colombia y Venezuela, Nicaragua y Costa Rica, Haití y República Dominicana, México y Estados Unidos.
Las emigraciones regionales: sur-sur presentes en Argentina oriundas principalmente de Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Perú; andina presentes en Venezuela oriundas de Perú, Ecuador y Colombia; centroamericana presentes en Costa Rica oriundas de Nicaragua, Haití, islas caribeñas.
Es bueno recordar que Panamá, Guatemala y México son países “corredor”, en donde los migrantes están por un cierto tiempo para recuperar sus fuerza y seguir viaje hasta la “tierra prometida”[11].
3. Globalización de la solidariedad
Ayuda a los pobres, marginados, refugiados:“Partiendo del evangelio se ha de promover una cultura de la solidariedad que incentive oportunas iniciativas de ayuda a los pobres y a los marginados, de modo especial a los refugiados, los cuales se ven forzados a dejar sus pueblos y tierras y tierras para huir de la violencia” (IA, 52 b).
Nuevo orden económico: “La Iglesia en América ha de alentar también a los organismos internacionales del Continente con el fin de establecer un orden económico en el que no domine solo el criterio del lucro, sino también el de la búsqueda del bien común nacional e internacional, la distribución equitativa de los bienes y la promoción integral de los pueblos” (IA, 52 b).
Globalización de la solidariedad – La economía debe apoyarse en la dignidad humana, solidariedad y subsidiariedad; debe ser analizada a la luz de la justicia social y del bien común, respetando la opción preferencial por los pobres (cfr. IA, 55). Se debe superar los “Pecados sociales” (el comercio de drogas, el lavado de ganancias ilícitas, la corrupción, la violencia, el armamentismo, la discriminación racial, las desigualdades entre los grupos sociales, la irrazonable destrucción de la naturaleza), el sistema económico llamado “neoliberalismo” (concepción economicista del hombre que considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad y del respecto de las personas y los pueblos) y promover “una verdadera cultura globalizada de la solidariedad (cfr. IA, 55-56).
Que Dios nos ilumine a encontrar medios y métodos mejores para orientar, acoger y proteger toda esta masa de gente que camina en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Esperamos que en el último día podamos escuchar: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque fui forastero, y me acogisteis” (Cf. Mt 25, 34-35).
[1] Documentos Pontifícios 65, Exhortación Apostólica Postsinodal ECCLSIA IN AMERICA del Santo Padre Juan Pablo II a los Obispos, a los Presbiteros y Diáconos, a los consagrados y consagradas u a todos los fieles laicos sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América, México – 1999, pág. 121.
[2] MARMORA, Lelio, Las Políticas de Migraciones Internacionales, OIM /ALIANZA EDITORIAL – 1997, Buenos Aires, Pág.23.
[3] Un artículo de Colprensa en La Opinión (Cúcuta, 23-01-2000) afirma que, según datos del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), entre 1996 y el 2001, cerca de 1.072.499 colombianos dejaron definitivamente el país.
[4] MARMORA, Lelio, Las Políticas de Migraciones Internacionales, OIM /ALIANZA EDITORIAL, Buenos Aires – 1997, Pág. 34 y 35.
[5] Cf.DI FILIPPO, Armando, Globalización, integración regional y migraciones, Simposio sobre migración internacional en las Américas, Costa Rica – 2000, pág.2.1.1.
[6] Ídem, Pág. 39.
[7] Los Refugiados, un desafío a la solidaridad, No. 5, Vaticano – 1992.
[8] SMITH, Claudia, in Boletín de Prensa, Noviembre 29, 2000.
[9] Cf. PONTIN, Mauricio, La Movilidad Humana, in Peregrinos en ls Esperanza por la fuerza del Espíritu, SEPMOV-CELAM – 1999, pág. 25.
[10] SAENZ LACALLE, Monseñor Fernando, Arzobispo de San Salvador en la conferencia de prensa durante la Cumbre de Obispos de la Región, Managua, Noviembre 29, 2000.
[11] Conclusión resultante de la lectura de los Informes presentados por los Secretarios Ejecutivos en la Consultación Regional, México – 2000.